El gobierno, la Concertación y la derecha, nada serio han hecho en éstos 17 años, ni harán, por corregir las injusticias. La inmensa mayoría de la población trabajadora se mantiene con bajos sueldos, graves problemas en la salud, educación, cesantía, alzas sin control, falta de viviendas, una escasa industrialización del país y el regalo de las riquezas básicas a las transnacionales. Las represiones al pueblo que reclama justicia, continúan. La derecha se juega por acentuar una imagen de oposición crítica a la Concertación, en su disputa por hacerse del gobierno. En la Concertación, si bien existen dos sectores, dos almas, la progresista sin ofrecer mayor resistencia es utilizada por la neoliberal para proyectar una imagen, mientras mantiene ilusionado al pueblo en días mejores, para seguir profundizando las políticas de los grandes grupos económicos, como lo reconoce el mismo presidente de la CUT, el socialista Arturo Martínez.
Lo principal, lo nuevo que caracteriza a la coyuntura, es un movimiento sindical y social en alza, que comenzó a perfilarse con las movilizaciones y tomas de colegios realizadas por los pingüinos (Mayo del 2006). Este año despertó con la huelga de los trabajadores forestales, que con unidad y resolución rompieron la institucionalidad del modelo, saltándose la prohibición de negociar en conjunto que pesa para distintos sindicatos de una misma empresa, sobrepasando incluso la represión del gobierno que agregó un nuevo héroe popular: Rodrigo Cisternas. Luego los trabajadores del subcontrato de Codelco, usando todas las formas de lucha, rompieron una vez más las trabas de la legalidad neo-pinochetista, poniendo en alto la exigencia por recuperar la gran minería del cobre para Chile, lo que ubica la lucha en un nivel superior, con sentido nacional y patriótico. Son estas las luchas más sobresalientes, entre muchas, que prepararon el camino a la importante y exitosa movilización y protesta del 29 de Agosto pasado. Movilización que adquirió características de protesta en muchos lugares y que marca un hito en la situación política nacional.
Sin embargo, mientras el gobierno y la Concertación están declinando, y los trabajadores y el pueblo en alza, la dirección del Partido Comunista insiste en que la tarea principal del momento es conseguir unos pocos cupos parlamentarios, lo que debería provocar un “boquete” en la institucionalidad pinochetista que abriría en un futuro mediano mejores espacios para la lucha del pueblo. Para negociar estos cupos han presionado a dirigentes sociales y sindicales para que disminuyan la movilización y la lucha, pasó así con el movimiento secundario y con la batalla de los trabajadores subcontratistas del cobre. También han declinado en denunciar la corrupción de las cúpulas concertacionistas, sentándose a la mesa con gente tan oscura como el ex jefe de La Oficina Marcelo Schilling y preparando un pacto por omisión con quienes sostienen el modelo neoliberal. Aseguran que los militantes comunistas que no están de acuerdo con los negociados, que cada vez se expresan con mayor fuerza, “no entienden” la política que el Partido habría definido en el XXIII Congreso, sin decir que las grandes decisiones que fue asumiendo el Partido en el transcurso del Congreso fueron tergiversadas hacia el final del evento. Ya no está la necesidad de reactivar el PODEMOS, no como pacto electoral (JP o JPM) si no como alianza estratégica en la lucha contra el neoliberalismo. Fue reemplazado en los hechos por un inexistente Parlamento Social y Político, al que se le atribuyen las movilizaciones del último tiempo sin que el país sepa que existe, y que solamente es un pretexto para reunirse entre secretarios generales de partidos. Atribuirle a este referente de la política el mayor mérito, es desconocer que los principales impulsores de la nueva situación son los trabajadores, con sus movilizaciones y protestas, que responden a la lucha de clases, por mejoras salariales, protección del ambiente, contra la cesantía, el hambre, que se expresan en paros, tomas y huelgas de los pescadores artesanales, los del salmón, los de la salud, los estudiantes, los mapuches, los trabajadores forestales, los temporeros, los del subcontrato, los sin casa y deudores habitacionales y tantos otros que han venido y están luchando contra las políticas del gobierno y del sistema neo-capitalista.
Amplios sectores comienzan también a levantar las exigencias por los cambios políticos de fondo, por cambiar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente que, por primera vez, de a los chilenos la posibilidad de construir su propia institucionalidad.
Contar con algunos parlamentarios del pueblo, sin duda ayudaría, pero no es lo crucial. Lo crucial es contribuir resueltamente a la unidad y organización por la supremacía del pueblo, a su movilización. Esa es la principal tarea de los comunistas, ayudar a que el pueblo se proyecte como alternativa política, para desde esas posiciones construir una política de alianzas donde el pueblo no sea un mero espectador, sino real protagonista.
La desesperación por tomar atajos electoralistas puede ser peor que la exclusión actual, más aun cuando se mendigan cupos que finalmente pueden ser concedidos sin un real trabajo de masas, sin un apoyo consistente del mundo social, como ha sido siempre nuestra visión de la participación en los procesos electorales.
Por ahora, sin una fuerza alternativa de atracción, como la que se perfilaba desde el PODEMOS, los cambios serán solo en la medida y hasta donde la burguesía lo permita abriendo pequeñas compuertas que no cambien el fondo como forma de no perderlo todo.
Sin embargo, los trabajadores y el pueblo se van ubicando a la cabeza del momento político real, proyectándose con más claridad como sujetos de los cambios que se aproximan. Quienes quieren cambios reales no deben asustarse porque el pueblo se une, moviliza y busca conducir el proceso. Es esperable que la derecha, el gobierno, la concertación y el imperialismo lo manifiesten, como lo han expresado a través de su portavoz: El Mercurio y otros medios.
Es de enorme importancia comprender esta cualidad de la coyuntura política y actuar en consecuencia, trabajando por el fortalecimiento del movimiento sindical, teniendo en cuenta que no sólo los trabajadores están llamados a jugar su rol histórico en el proceso de cambios, sino también el pueblo del que son y forman parte. Es el momento de levantar, desde la base, en cada comuna, zona, región, las demandas y propuestas del pueblo, es el imperativo hasta formar un gran movimiento nacional para los cambios.
El enemigo interno
Como en los peores tiempos de la dictadura y su Doctrina de Seguridad Interior, la dirección partidaria intenta que los militantes cierren filas en su entorno inventando un supuesto “enemigo interno”, a quien atribuyen estalinistamente características de anticomunistas o antipartido. Así se sigue empujando hacia fuera a centenares de cuadros políticos, provocando cansancio, aburrimiento o derechamente sancionándoles, como lo ha hecho con valiosos compañeros en Melipilla y otras comunas. Entre estas maniobras está la de atacar a los trabajadores de El Siglo, quienes organizaron un sindicato para defender sus derechos laborales pisoteados por la actual forma de administrar el periódico.
La realidad orgánica del Partido está cada vez peor, sigue en descenso la cantidad de militantes; se pasa por sobre los estatutos para designar a nuevos militantes, de confianza exclusiva del núcleo permanente de la dirección central por su obsecuencia irrestricta a éste, en diversos cargos de dirección burlando las elecciones efectuadas en los respectivos congresos; no se cumplen las resoluciones de la Conferencia Nacional de Organización que ordenó la constitución de nuevos regionales; no se priorizan las iniciativas que tienen contenidos programáticos de fondo y se maneja la estructura partidaria a través de funcionarios directos, pagados por la caja central, e indirectos, pagados a través de diversas fuentes de empleo en que la dirección central les ha conseguido un puesto, por ejemplo en algunas organizaciones sindicales e incluso a través de empresas de sospechosa dependencia y otras fórmulas.
En tanto, en la mayoría de las comunas se buscan formas para evitar que se exprese el rechazo a las decisiones unilaterales de la dirección, mientras en algunas partes se pone a gente nueva a la cabeza, como en Quilicura, en otras se prohíbe hasta la realización de actos en memoria de nuestros héroes al interior de los locales partidarios, como sucedió en Renca. Situaciones complejas de Cuadros son mantenidas en extenso proceso, como en Antofagasta, Valdivia y Los Angeles, provocando la desilusión y el abandono, fruto de la decepción, por parte de los comunistas honestos y retrasando el trabajo hacia el movimiento popular.
No faltan en las cuentas políticas menciones a páginas web o publicaciones, como la nuestra, señalándolas como parte del trabajo del enemigo, sin mostrar que el anticomunismo que nos rodea ha crecido debido a actitudes conciliadoras y entreguistas de los mismos dirigentes que realizan las denuncias.
A rechazar pactos entreguistas
Las elecciones de Alcaldes y Concejales del 2008 se pueden convertir en el espacio político propicio para ir construyendo una propuesta de contenidos y objetivos que apunten al término de toda exclusión, a la democratización del país, a dar un sentido más amplio a los derechos humanos. A partir de las comunas, estableciendo claras diferencias con el sentido y concepto de municipio que tienen la derecha y la Concertación, se puede avanzar en la construcción de alternativa. El futuro se construye desde ahora y con nuestros aliados naturales, los mismos con los que hemos llegado a profundas concordancias programáticas, los que constituyeron el PODEMOS y quienes fueron sumándose.
En las actuales circunstancias, cuando está en ascenso un movimiento social que rechaza las políticas de la concertación, un pacto por omisión actuaría sólo como un salvavidas. ¿Como explicar a los trabajadores, al pueblo que hace huelgas, que protesta, que lucha contra sus políticas y que es reprimido por ello, que le llamemos a votar por un candidato de la concertación porque los comunistas podríamos obtener algún Alcalde?
Llamando a votar por la Concertación no se construye la alternativa popular, ni se agudizan las contradicciones que existen en su interior, por el contrario se actúa como un apoyo a su gestión, prolongándole la vida.
El agotamiento del bloque oficialista en el poder es insoslayable. La Concertación a permanecido unida por la necesidad de sus integrantes de conservar las cuotas de poder y los puestos de trabajo a que han accedido. El desgaste político y general del bloque de gobierno se ha visto incrementado por el aumento de las movilizaciones de diferentes sectores de trabajadores, pobladores y estudiantes, las que adquieren nuevos aires con la potente movilización del 29 de agosto.
En este marco, un eventual pacto electoral de nuestro partido con la Concertación, para las próximas elecciones municipales, sea por omisión o por un acuerdo de otra índole, aportará oxígeno al conglomerado de gobierno. La Concertación podría extender su vida útil gracias a un eventual acuerdo con los Comunistas, que podríamos convertirnos en un salvavidas de la coalición que ha administrado exitosamente por 17 años el modelo neoliberal, logrando su profundización y la de sus efectos sobre la población, especialmente los trabajadores.
Menos se puede pensar, como lo ha señalado públicamente el presidente del Partido a El Mercurio, en ampliar el pacto instrumental a la campaña parlamentaria y presidencial, donde “no podemos permitir que triunfe la derecha”. Hay que sacar lecciones de otros procesos, como el que en Francia llevó al PC de un 26 a un 1,5% de la votación tras convertirse en un simple carro de cola de los sectores socialdemócratas. La tarea de hoy es construir alternativa real.
No se puede aceptar más decisiones totalitarias, antidemocráticas y derechizantes de la dirección partidaria. Debemos sacar la voz en cada célula, en cada comunal, en cada regional y en todo el país para denunciar este intento de acabar con el Partido Comunista, desnaturalizando su carácter. Es necesario un proceso de reconstitución de los principios clasistas, de las confianzas entre militantes, de transparencia y crítica leal. Debemos recuperar nuestro partido para ponerlo al servicio de la Clase Obrera, al servicio de la Revolución.
Comité Editorial
Revista Principios
Santiago, Septiembre de 2007.