28 de septiembre de 2007

¿Pacto por omisión o traición a la Clase Obrera?

Desde hace algunos años existe una situación económica de abundancia en los sectores vinculados a las exportaciones del cobre, de la fruta, en la banca y otros rubros, e importantes reservas en millones de dólares del Estado, y al pueblo la mejoría no llega. La concentración de la riqueza sigue adelante.

El gobierno, la Concertación y la derecha, nada serio han hecho en éstos 17 años, ni harán, por corregir las injusticias. La inmensa mayoría de la población trabajadora se mantiene con bajos sueldos, graves problemas en la salud, educación, cesantía, alzas sin control, falta de viviendas, una escasa industrialización del país y el regalo de las riquezas básicas a las transnacionales. Las represiones al pueblo que reclama justicia, continúan. La derecha se juega por acentuar una imagen de oposición crítica a la Concertación, en su disputa por hacerse del gobierno. En la Concertación, si bien existen dos sectores, dos almas, la progresista sin ofrecer mayor resistencia es utilizada por la neoliberal para proyectar una imagen, mientras mantiene ilusionado al pueblo en días mejores, para seguir profundizando las políticas de los grandes grupos económicos, como lo reconoce el mismo presidente de la CUT, el socialista Arturo Martínez.

Lo principal, lo nuevo que caracteriza a la coyuntura, es un movimiento sindical y social en alza, que comenzó a perfilarse con las movilizaciones y tomas de colegios realizadas por los pingüinos (Mayo del 2006). Este año despertó con la huelga de los trabajadores forestales, que con unidad y resolución rompieron la institucionalidad del modelo, saltándose la prohibición de negociar en conjunto que pesa para distintos sindicatos de una misma empresa, sobrepasando incluso la represión del gobierno que agregó un nuevo héroe popular: Rodrigo Cisternas. Luego los trabajadores del subcontrato de Codelco, usando todas las formas de lucha, rompieron una vez más las trabas de la legalidad neo-pinochetista, poniendo en alto la exigencia por recuperar la gran minería del cobre para Chile, lo que ubica la lucha en un nivel superior, con sentido nacional y patriótico. Son estas las luchas más sobresalientes, entre muchas, que prepararon el camino a la importante y exitosa movilización y protesta del 29 de Agosto pasado. Movilización que adquirió características de protesta en muchos lugares y que marca un hito en la situación política nacional.

Sin embargo, mientras el gobierno y la Concertación están declinando, y los trabajadores y el pueblo en alza, la dirección del Partido Comunista insiste en que la tarea principal del momento es conseguir unos pocos cupos parlamentarios, lo que debería provocar un “boquete” en la institucionalidad pinochetista que abriría en un futuro mediano mejores espacios para la lucha del pueblo. Para negociar estos cupos han presionado a dirigentes sociales y sindicales para que disminuyan la movilización y la lucha, pasó así con el movimiento secundario y con la batalla de los trabajadores subcontratistas del cobre. También han declinado en denunciar la corrupción de las cúpulas concertacionistas, sentándose a la mesa con gente tan oscura como el ex jefe de La Oficina Marcelo Schilling y preparando un pacto por omisión con quienes sostienen el modelo neoliberal. Aseguran que los militantes comunistas que no están de acuerdo con los negociados, que cada vez se expresan con mayor fuerza, “no entienden” la política que el Partido habría definido en el XXIII Congreso, sin decir que las grandes decisiones que fue asumiendo el Partido en el transcurso del Congreso fueron tergiversadas hacia el final del evento. Ya no está la necesidad de reactivar el PODEMOS, no como pacto electoral (JP o JPM) si no como alianza estratégica en la lucha contra el neoliberalismo. Fue reemplazado en los hechos por un inexistente Parlamento Social y Político, al que se le atribuyen las movilizaciones del último tiempo sin que el país sepa que existe, y que solamente es un pretexto para reunirse entre secretarios generales de partidos. Atribuirle a este referente de la política el mayor mérito, es desconocer que los principales impulsores de la nueva situación son los trabajadores, con sus movilizaciones y protestas, que responden a la lucha de clases, por mejoras salariales, protección del ambiente, contra la cesantía, el hambre, que se expresan en paros, tomas y huelgas de los pescadores artesanales, los del salmón, los de la salud, los estudiantes, los mapuches, los trabajadores forestales, los temporeros, los del subcontrato, los sin casa y deudores habitacionales y tantos otros que han venido y están luchando contra las políticas del gobierno y del sistema neo-capitalista.

Amplios sectores comienzan también a levantar las exigencias por los cambios políticos de fondo, por cambiar la Constitución a través de una Asamblea Constituyente que, por primera vez, de a los chilenos la posibilidad de construir su propia institucionalidad.

Contar con algunos parlamentarios del pueblo, sin duda ayudaría, pero no es lo crucial. Lo crucial es contribuir resueltamente a la unidad y organización por la supremacía del pueblo, a su movilización. Esa es la principal tarea de los comunistas, ayudar a que el pueblo se proyecte como alternativa política, para desde esas posiciones construir una política de alianzas donde el pueblo no sea un mero espectador, sino real protagonista.

La desesperación por tomar atajos electoralistas puede ser peor que la exclusión actual, más aun cuando se mendigan cupos que finalmente pueden ser concedidos sin un real trabajo de masas, sin un apoyo consistente del mundo social, como ha sido siempre nuestra visión de la participación en los procesos electorales.

Por ahora, sin una fuerza alternativa de atracción, como la que se perfilaba desde el PODEMOS, los cambios serán solo en la medida y hasta donde la burguesía lo permita abriendo pequeñas compuertas que no cambien el fondo como forma de no perderlo todo.

Sin embargo, los trabajadores y el pueblo se van ubicando a la cabeza del momento político real, proyectándose con más claridad como sujetos de los cambios que se aproximan. Quienes quieren cambios reales no deben asustarse porque el pueblo se une, moviliza y busca conducir el proceso. Es esperable que la derecha, el gobierno, la concertación y el imperialismo lo manifiesten, como lo han expresado a través de su portavoz: El Mercurio y otros medios.

Es de enorme importancia comprender esta cualidad de la coyuntura política y actuar en consecuencia, trabajando por el fortalecimiento del movimiento sindical, teniendo en cuenta que no sólo los trabajadores están llamados a jugar su rol histórico en el proceso de cambios, sino también el pueblo del que son y forman parte. Es el momento de levantar, desde la base, en cada comuna, zona, región, las demandas y propuestas del pueblo, es el imperativo hasta formar un gran movimiento nacional para los cambios.

El enemigo interno

Como en los peores tiempos de la dictadura y su Doctrina de Seguridad Interior, la dirección partidaria intenta que los militantes cierren filas en su entorno inventando un supuesto “enemigo interno”, a quien atribuyen estalinistamente características de anticomunistas o antipartido. Así se sigue empujando hacia fuera a centenares de cuadros políticos, provocando cansancio, aburrimiento o derechamente sancionándoles, como lo ha hecho con valiosos compañeros en Melipilla y otras comunas. Entre estas maniobras está la de atacar a los trabajadores de El Siglo, quienes organizaron un sindicato para defender sus derechos laborales pisoteados por la actual forma de administrar el periódico.

La realidad orgánica del Partido está cada vez peor, sigue en descenso la cantidad de militantes; se pasa por sobre los estatutos para designar a nuevos militantes, de confianza exclusiva del núcleo permanente de la dirección central por su obsecuencia irrestricta a éste, en diversos cargos de dirección burlando las elecciones efectuadas en los respectivos congresos; no se cumplen las resoluciones de la Conferencia Nacional de Organización que ordenó la constitución de nuevos regionales; no se priorizan las iniciativas que tienen contenidos programáticos de fondo y se maneja la estructura partidaria a través de funcionarios directos, pagados por la caja central, e indirectos, pagados a través de diversas fuentes de empleo en que la dirección central les ha conseguido un puesto, por ejemplo en algunas organizaciones sindicales e incluso a través de empresas de sospechosa dependencia y otras fórmulas.

En tanto, en la mayoría de las comunas se buscan formas para evitar que se exprese el rechazo a las decisiones unilaterales de la dirección, mientras en algunas partes se pone a gente nueva a la cabeza, como en Quilicura, en otras se prohíbe hasta la realización de actos en memoria de nuestros héroes al interior de los locales partidarios, como sucedió en Renca. Situaciones complejas de Cuadros son mantenidas en extenso proceso, como en Antofagasta, Valdivia y Los Angeles, provocando la desilusión y el abandono, fruto de la decepción, por parte de los comunistas honestos y retrasando el trabajo hacia el movimiento popular.

No faltan en las cuentas políticas menciones a páginas web o publicaciones, como la nuestra, señalándolas como parte del trabajo del enemigo, sin mostrar que el anticomunismo que nos rodea ha crecido debido a actitudes conciliadoras y entreguistas de los mismos dirigentes que realizan las denuncias.

A rechazar pactos entreguistas

Las elecciones de Alcaldes y Concejales del 2008 se pueden convertir en el espacio político propicio para ir construyendo una propuesta de contenidos y objetivos que apunten al término de toda exclusión, a la democratización del país, a dar un sentido más amplio a los derechos humanos. A partir de las comunas, estableciendo claras diferencias con el sentido y concepto de municipio que tienen la derecha y la Concertación, se puede avanzar en la construcción de alternativa. El futuro se construye desde ahora y con nuestros aliados naturales, los mismos con los que hemos llegado a profundas concordancias programáticas, los que constituyeron el PODEMOS y quienes fueron sumándose.

En las actuales circunstancias, cuando está en ascenso un movimiento social que rechaza las políticas de la concertación, un pacto por omisión actuaría sólo como un salvavidas. ¿Como explicar a los trabajadores, al pueblo que hace huelgas, que protesta, que lucha contra sus políticas y que es reprimido por ello, que le llamemos a votar por un candidato de la concertación porque los comunistas podríamos obtener algún Alcalde?

Llamando a votar por la Concertación no se construye la alternativa popular, ni se agudizan las contradicciones que existen en su interior, por el contrario se actúa como un apoyo a su gestión, prolongándole la vida.

El agotamiento del bloque oficialista en el poder es insoslayable. La Concertación a permanecido unida por la necesidad de sus integrantes de conservar las cuotas de poder y los puestos de trabajo a que han accedido. El desgaste político y general del bloque de gobierno se ha visto incrementado por el aumento de las movilizaciones de diferentes sectores de trabajadores, pobladores y estudiantes, las que adquieren nuevos aires con la potente movilización del 29 de agosto.

En este marco, un eventual pacto electoral de nuestro partido con la Concertación, para las próximas elecciones municipales, sea por omisión o por un acuerdo de otra índole, aportará oxígeno al conglomerado de gobierno. La Concertación podría extender su vida útil gracias a un eventual acuerdo con los Comunistas, que podríamos convertirnos en un salvavidas de la coalición que ha administrado exitosamente por 17 años el modelo neoliberal, logrando su profundización y la de sus efectos sobre la población, especialmente los trabajadores.

Menos se puede pensar, como lo ha señalado públicamente el presidente del Partido a El Mercurio, en ampliar el pacto instrumental a la campaña parlamentaria y presidencial, donde “no podemos permitir que triunfe la derecha”. Hay que sacar lecciones de otros procesos, como el que en Francia llevó al PC de un 26 a un 1,5% de la votación tras convertirse en un simple carro de cola de los sectores socialdemócratas. La tarea de hoy es construir alternativa real.

No se puede aceptar más decisiones totalitarias, antidemocráticas y derechizantes de la dirección partidaria. Debemos sacar la voz en cada célula, en cada comunal, en cada regional y en todo el país para denunciar este intento de acabar con el Partido Comunista, desnaturalizando su carácter. Es necesario un proceso de reconstitución de los principios clasistas, de las confianzas entre militantes, de transparencia y crítica leal. Debemos recuperar nuestro partido para ponerlo al servicio de la Clase Obrera, al servicio de la Revolución.

Comité Editorial

Revista Principios

Santiago, Septiembre de 2007.

27 de septiembre de 2007

Frente de Combate: Vigilancia Revolucionaria

Todo partido revolucionario y todo militante revolucionario sabe, o debe saber, que se enfrenta a enemigos poderosos que no dan tregua luchando en todos los frentes. Uno de esos frentes , y sobre el cual hay que tener el más extremo cuidado, es y ha sido la infiltración.

El gestor de la infiltración coloca a sus hombres con extremo cuidado para que, en el momento oportuno, sean capaces de influir y/o tomar decisiones claves. Pueden tardar años en cumplir su cometido. No es posible detener la infiltración, ella siempre ocurrirá de una u otra manera. Por tanto el arte de enfrentarla consiste en no darles oportunidad para que desarrollen su trabajo, en impedir crear las condiciones para que prosperen. El enemigo siempre lo intentará, una y otra vez.

Es la vieja enseñanza que nos da el mito del Caballo de Troya, nadie está inmune a ello, creer otra cosa es ingenuidad, cosa imperdonable en política. Cuando sucede la infiltración, el derrumbe viene desde dentro. Es una forma de destrucción óptima, casi siempre su arquitectura se descubre cuando es demasiado tarde y todo se está desplomando. De allí la importancia de la vigilancia revolucionaria. Vigilancia que, una vez más, como tantas cosas, ha sido, interesadamente o no, dejada de lado.

La experiencia histórica más reciente y terrible para el conjunto de la Humanidad, es la caída de la Unión Soviética y el llamado “Campo Socialista”. No vamos a decir que todo lo que ocurrió fue fruto de una conspiración, pero los hombres claves sin duda estaban allí. Funcionarios que estaban ubicados para el momento adecuado: Gorbachov, Primer Secretario del KOMSOMOL durante largos años, en 1985 fue elegido en “forma sorprendente” Secretario General del Partido de la URSS. Una de sus primeras acciones fue nombrar a Boris Yeltsin como Secretario Central del Partido Comunista de Moscú y miembro del Politburó Soviético.

Yeltsin había comenzado a trabajar para la administración del Partido en 1969, desplegando una rápida carrera política. Su mayor logro fue convertirse en el artífice final de la desintegración de la URSS, sumergiéndola en la entronización de las mafias y el desplome económico. Finalmente, cumplido su cometido, murió. Su mentor, Gorbachov, todavía sobrevive recibiendo entre otros reconocimientos del “mundo libre” el Premio Nobel de la Paz (al igual que Henry Kissinger), por su “contribución a la distensión mundial”. Hoy preside el Partido Socialdemócrata Ruso y se hace pagar ingentes cantidades por contar como hizo desplomarse a la URSS ¡Todo en nombre del comunismo!.

Hemos llegado a la convicción de que vivimos algo similar. Ha estado sucediendo desde el momento en que se apartó a los dirigentes que tuvieron el alto honor de detener la sangría criminal ejercida por la dictadura sobre el Partido. Nos referimos a Nicasio Farías, Crifé Cid, Jorge Texier y otros dirigentes de base. ¿Bajo qué argumentos?: de ser “un equipo sin el suficiente oficio para constituir una dirección...” (Convocatoria XV Congreso). Es decir, aquellos que encabezaron y mantuvieron la mayor muestra de valor y entrega de centenares de “anónimos cuadros y militantes diseminados en la estructura partidaria” ¡no tenían suficiente oficio para constituir una dirección!. Fueron apartados por los “expertos” que volvieron por sus fueros. Estos expertos que, a la fecha, lo único que han demostrado fehacientemente es su incapacidad de dirigir la fuerza inconmensurable del Partido y su experiencia en tapar pequeñas corruptelas. Expertos en embotar el filo revolucionario del Partido de la Clase, disminuyendo día a día la cantidad de militancia y su fortaleza orgánica. Han logrado que haya más comunistas fuera del Partido que dentro de él. Están logrando la liquidación de un Partido Comunista que logró llegar al poder y que resultó, para el fascismo, indestructible. Han llevado a la organización de los comunistas a una práctica construida desde la impotencia política. Y, lo que es más grave, dañado una condición esencial de su indestructibilidad: la unidad de acción.

No dan cuenta de nada y no son responsables de nada. Son funcionarios de “algo”, sin duda. Representan la muestra palpable de lo que sucede a un partido revolucionario cuando los funcionarios reemplazan a los revolucionarios. Son la muestra nacional de las mafias de burócratas, en parte importante, responsables de la caída de la gloriosa Unión Soviética. El Partido los mira con desconfianza después de que emergieron del XXIII Congreso habiéndose colocado en el bolsillo las resoluciones y críticas más importantes o, a lo más, haciendo un reconocimiento meramente formal de ellas. Hoy existe un rechazo soterrado y silencioso a su accionar que adquiere cada vez más fuerza: ¡No más!.

Tienen en lo esencial al Partido dividido y en bancarrota financiera. Han despilfarrado millones que fueron medianamente reintegrados por el Estado de los bienes inmuebles del Partido, fruto de años de duro trabajo de sus militantes. Como de seguro lo harán con los cuantiosos recursos que aun se adeudaban y que, por esas “casualidades del destino”, la actual presidenta ha desbloqueado y dado orden de entrega rápida. Es una verdadera metáfora el que ellos perdieran la sede histórica del Partido en calle San Pablo. Sometieron al Partido a la tremenda humillación de perder la elección en un distrito que se suponía de recia raigambre obrera, como es Lota. Son de una tremenda incompetencia en el mejor de los casos o, como ya lo planteamos, lo que es peor, dirigentes de una planificada acción de esterilidad política. Hoy la tarea de las tareas es poner fin a esta verdadera liquidación del Partido.

Sería largo, inútil y vergonzoso exponer de manera detallada los innumerables casos de corrupción, conocidos por todos los militantes y que han alejado a tantos de ellos. A modo de defensa, descubrieron que cualquier acción controversial provocada por sus reiterados desaciertos corresponde a una acción concertada del anticomunismo y antipartido. Así han barrido del escenario a todos aquellos que manifiestan su desazón frente a su accionar político. A nosotros no nos gusta pero, pese al llamado del señor Teillier en el Diego Portales, “al que no le guste se va”, no nos vamos a ir. Hemos sido, somos y seguiremos siendo militantes comunistas. Este es nuestro Partido, el Partido de la Clase Obrera, de los Recabarren, Neruda, Volodia, Lipschutz, Víctor Jara, de los miles de combatientes caídos.

La plena confianza en la dirección política es fundamental para la unidad de acción. La confianza, una vez que se pierde, es irrecuperable. Mientras más pase el tiempo, la situación será más lamentable. Se aproximan momentos importantes del devenir político, con una clase que emerge cada vez con más fuerza. Es una responsabilidad política abrirle paso.

En el Partido, hoy por hoy, donde uno vaya y con quien hable se manifiesta una profunda ira e impotencia. Hay conciencia de que en los últimos congresos han montado verdaderas máquinas de poder para doblar la voluntad de la militancia. Esto no se puede hacer impunemente. Están cometiendo un enorme error a un costo que ya está pagando el movimiento popular. ¿De qué otra cosa habla el fracaso de la “política del viraje” constatado en el XXIII Congreso y la falta de unidad de la izquierda?.

Estos dirigentes se han convertido en administradores y gestores del fracaso. Dentro del esquema clásico, han adquirido la condición de guardadores de la fe. Es la beatitud de un pensamiento tópico que ignora incluso el quehacer de aquellos que pretende tomar como modelo: ya no son marxistas.

Aquí no se trata de entrar en componendas ni acomodos: Todos, repetimos, TODOS los actuales cuadros del Secretariado, la Comisión Política y la Comisión de Cuadros deben poner sus cargos a disposición del Partido y ser reemplazados. Debemos hacer inhóspitas las condiciones para la infiltración. El Partido cuenta con una militancia y cuadros intermedios probados que funcionan en términos de entrega, de responsabilidad y dirección colectiva. Pueden y deben asumir los puestos de dirección, convocar a un Congreso Extraordinario y revisar cuentas.

Además debe respetarse a plenitud lo determinado en el Artículo 22 de los Estatutos, extendiéndolo a todos los miembros de Dirección Política Central. Nadie debería permanecer más de ocho años en un cargo de dirección política, ni directamente ni por rotación, como se usa hoy para permanecer indefinidamente en determinadas posiciones de poder. Ni presidentes vitalicios, ni secretarios generales vitalicios, ni encargados nacionales vitalicios. El Partido es la organización por esencia de la Dirección Colectiva. Nadie, bajo ninguna circunstancia puede arrogarse este derecho sin contravenir la dialéctica de la realidad y sin dejar de ser, en los hechos, comunista. Sólo así se terminará con estos pequeños reyezuelos pagados por sí mismos, a propósito de nada, que vegetan por los pasillos del Comité Central y en las direcciones sindicales.

No los estamos expulsando del Partido ni les estamos persiguiendo, sólo estamos pidiendo que se vayan a la producción. Queremos saber quién es quién. Simple y claro.

Nuestra responsabilidad es la vigilancia militante: una posición de principios.

¡Viva la Clase Obrera! ¡Viva el glorioso Partido Comunista de Chile!

Septiembre, 2007.

(Un aporte hecho llegar al Comité Editorial de la Revista Principios)