El capitalismo ha generado nuevas formas de trabajo y la burguesía que lo sustenta, distintas formas de dominación, haciendo del potencial sentido liberador del trabajo la infelicidad del pueblo.
Las formas de trabajo en el reino de la mercancía acentúan en éste el contenido alienante del mismo. Sus prácticas de trabajo precario, transitorio, flexibilizado, sin horario, sin días festivos ni vacaciones; sin previsión; sumado todo esto al salto tecnológico, aumenta la productividad, disminuyendo la necesidad de horas de trabajo humano que debieran ser destinadas a la cultura, el arte, la recreación, si existiera una justa distribución de los beneficios que produce.
Sin embargo, como los beneficios del modo de producción son destinados a la apropiación individual, concentrando la riqueza que genera en cada vez menos manos, el sistema obliga a mantener y aumentar la sobreexplotación de los trabajadores mientras aumenta el desempleo sin beneficios ni protección social.
La exclusión por etnia, género, cultura e identidad y el trato discriminatorio a los inmigrantes, en todo el mundo, son también nuevas formas de opresión y dominación múltiple que la burguesía emplea para mantener el actual estado de cosas.
Todas estas variables determinan el surgimiento de movimientos sociales que luchan por sus derechos, constituyéndose en un nuevo sujeto social, que viene a sumarse al sujeto clasista proletario fabril histórico; enriqueciendo el contenido multifacético de la lucha y la estructura de clases, ampliando el concepto de proletario, incluyendo a los asalariados no productivos, a los profesionales e integrando las luchas sociales movimientístas al concepto de sujeto liberador de la humanidad.
El socialismo en el siglo XXI será el resultado de un concepto más amplio de lucha de clases en la que los movimientos sociales incorporarán un sentido clasista a sus demandas y en el que los partidos de izquierda deberán mantener firme su identidad y propósito político de construcción de la alternativa socialista.
LA COMUNA
En este contexto, la comuna, primera frontera de la estructura político-administrativa de la dominación, ha de ocupar un importante papel como espacio de articulación de las fuerzas sociales y políticas que dan pie, desde la base, a formas de participación para arrebatar el poder a las cúpulas, construyendo una nueva forma de gobernabilidad, descentralizada y con un profundo sentido de país.
La gran burguesía, en tanto, puja por mantener inalterada la dominación político administrativa-burocrática comunal autoritaria y centralizada, centrada en la autoridad unipersonal en desmedro de las estructuras colegiadas de gobierno, que solo tienen un sentido decorativo.
Un análisis marxista exige conocer, las características de la estructura y funcionamiento de las municipalidades y apreciar las contradicciones que permitan formular la alternativa democrática.
La dictadura primero y la Concertación después, con la “municipalización” de la educación, la salud, la recolección de residuos domiciliarios y otros servicios, han acentuado la gravitación del municipio como primer muro de control, disciplinamiento y contención del pueblo.
Han ampliando las facultades de los Alcaldes, restando atribuciones a los Concejales e intentando disciplinar las organizaciones sociales convirtiéndolas, únicamente, en clientes que actúan como correas transportadoras y simples ejecutoras de sus políticas.
Los ideólogos del sistema no consideran la existencia de los Consejos Económicos y Sociales Comunales (CESCO) como una instancia desde donde el pueblo elabore políticas, fiscalice o sancione el futuro de la comuna. Solo tienen una función consultiva que los convierte en un ente decorativo que mantiene el poder en la autoridad, lo que ha llevado a que casi ningún Cesco, en la realidad, funcione de verdad.
Los Fondos “Concursables” no son tales. No contribuyen a desarrollar democracia en la base ni unidad entre las organizaciones sociales. Diputados, Alcaldes y Concejales, los usan para comprar o pagar favores políticos. La “seguridad ciudadana”, integrada e infiltrada por ex agentes de la dictadura y ahora de la ANI, son servicios de información y control social al servicio del sistema dominante.
El gobierno a través de las Corporaciones de Derecho Privado que administran la salud y la educación municipalizada y también a través de las direcciones municipales que siguen entregando los mismos servicios, han ido deslindando la responsabilidad del estado sobre estos derechos esenciales. En el caso de la salud, al comprar servicios en clínicas y hospitales privados están debilitando la salud pública e introduciendo elementos de corrupción al inducir que personal de los consultorios ofrezcan atención en la salud privada. En el caso de la educación, ella no esta orientada a alcanzar excelencia sino mas bien a producir mano de obra no calificada. Su deficiente calidad acentúa su desprestigio y la brecha social, al no garantizar el Estado, la excelencia que debe al entregar este derecho al pueblo.
El rediseñó autoritario de los municipios iniciado por la dictadura y perfeccionado por la Concertación ha transparentado el hecho de que el estado, en todos sus niveles, es un instrumento de dominación que no persigue ni el bien común ni el aumento de la calidad de vida de los habitantes, sino que busca desvincular al estado, en su nivel central, de las presiones sociales y políticas del pueblo. Todo esto evidencia que es, en el gobierno local, en donde existe el germen potencial de la destrucción de todo el sistema de dominación capitalista en su actual fase de desarrollo, de globalización neoliberal.
HEGEMONIA POPULAR
En nuestro continente, hace algunos años, viene madurando un concepto de construcción de hegemonía desde la base impulsado por movimientos sociales con sentido clasista en alianza con algunos partidos políticos de izquierda, enunciando un salto de calidad en la construcción de la democracia, incubando las fuerzas que permitan avanzar hacia la construcción del Gobierno de todo el Pueblo, llenando el vacío de Poder Popular que contiene la visión reduccionista de algunos partido políticos, respecto de otros sujetos sociales, como sujeto de los cambios, que impidió durante las pasada experiencias, que se enriqueciera la construcción del socialismo. Experiencias todas, que debemos tener en cuenta en la formulación de la alternativa al neoliberalismo.
El trabajo político electoral, en la esfera de los gobiernos locales, puede facilitar el desarrollo del factor subjetivo a condición de que se oriente en el sentido de impulsar el desarrollo de un movimiento social y político de carácter popular que se proponga democratizar el poder político desde la base, construyendo primero gobiernos comunales avanzados, donde el pueblo organizado vaya adquiriendo experiencia, abriendo paso al devenir, participando de la elaboración, discusión y ejecución con contraloría social de los Planes de Desarrollo, Presupuestos Comunales y Planes Reguladores e impulsando planes productivos, empresas autogestionadas y el cooperativismo, de manera de avanzar hacia la construcción de una democracia superior, como parte de un proceso de cambios de las relaciones de poder.
Este proceso, al inicio, deberá pugnar por equilibrar el proceso de toma de decisiones entre los organismos del Estado y el pueblo organizado, debatiendo todo lo que se pueda debatir, en asambleas sociales, irguiéndose el pueblo en constructor de la nueva institucionalidad, desde los sindicatos, las poblaciones, las universidades, los colegios profesionales, la enseñanza media, los trabajadores de la cultura y el arte, más los medianos y pequeños productores, tanto de la ciudad como del campo.
Solo así se podrá ir; quitando poder a las elites gobernantes; experiencia iniciada en los Foros y Cumbres sociales de los Pueblos y con la construcción del bloque de integración continental impulsada por Cuba y Venezuela que ayuda a cimentar alianzas sociales y políticas progresistas contribuyendo a romper las trancas que impiden que se alce, en Chile, un movimiento social y político popular encabezado por los trabajadores y trabajadoras de nuestro país.
Resulta imprescindible derribar la barrera de contención sicológica del culto a la institucionalidad vigente de manera de obtener como resultado el que los sectores sanos y progresistas que componen la Concertación la abandonen; situación que puede potenciar una nueva correlación de fuerzas hacia la democracia y fundamentalmente hacia la izquierda. Esto sin embargo, no puede cegarnos ante la necesidad urgente de recomponer los lazos con aquellos sectores sociales desilusionados de la política en general y que ven hoy, en cualquier intento de participación en el sistema, una abierta traición a los principios de lo que ellos entienden por izquierda. Ellos son nuestros aliados naturales y sin ellos no será posible reconstruir la unidad de toda la izquierda tan necesaria y urgente.
La vida política nacional, en estos días, esta cruzada por las elecciones de Alcaldes y Concejales; urge avanzar en la elaboración de una Plataforma Estratégica y de una táctica que se proyecte hacia la construcción de la alternativa para el socialismo en el siglo XXI.
UN PACTO DE RENUNCIAS
En éste contexto el Acuerdo por Omisión impulsado por la Comisión Política para elegir algunos Alcaldes de la izquierda, ha puesto una controversia respecto de qué se considera crucial para avanzar, si privilegiar la formación de una correlación de fuerzas sociales y políticas para la construcción de la mayoría nacional por la alternativa al capitalismo, sin desestimar la reforma electoral, o sólo ubicar el mayor esfuerzo en el termino del sistema binominal para obtener algunos diputados entrando en acuerdos con sectores de centro para “castigar” a la derecha llamando, como escribe Juan A. Lagos, (publicado en El Siglo de 25/05/07 en que hace referencias a conceptos tácticos del leninismo) a “renunciar al conjunto de la demanda para sostener algunas que permitan producir una transformación”.
Creemos que esta actitud constituye una renuncia que implica vaciar de contenidos revolucionarios nuestra política, provocando sólo que se mantenga como horizonte el capitalismo.
Frente a esto se hace necesario recordar que Luis E. Recabarren no fue electo diputado por renunciar a sus postulados, como tampoco los movimientos sociales y políticos que están en los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, por colaborar con gobiernos de centro que administran las políticas del imperio.
Si el trabajo político y electoral, se orientara en cambio, de manera firme y decidida, en función de privilegiar la construcción de la alternativa mediante la organización, movilización y lucha del pueblo. Si decidiéramos no ignorar que las capacidades orgánicas y de lucha del pueblo y sus Partidos se potencian en la acción. Si asumiéramos, por tanto, que renunciar al conjunto de los postulados no es lo que nos llevará a la construcción de la alternativa de izquierda y que estaremos actuando con audacia y consecuencia si los mantenemos firmes, especialmente cuando los efectos de la crisis del sistema empujan al alza el descontento y las luchas del pueblo, entenderemos que sus movilizaciones no ponen en riesgo los avances; sino al revés, impiden al gran empresariado, las transnacionales, los derechistas con y sin uniforme, de dentro y fuera del gobierno, fortalecer sus posiciones, como lo han venido demostrando los forestales, los trabajadores del cobre, los pescadores artesanales, los temporeros, los mapuches, los estudiantes y profesores.
Es un error político grave, el hecho que en medio de protestas, paros, movilizaciones y huelgas se señale que votando y llamando a votar por candidatos del gobierno sin más objetivos ni exigencia que algunas alcaldías para la izquierda se crearan mejores condiciones para construir la mayoría nacional alternativa de izquierda.
Esta tesis puede restar Alcaldías a la UDI y R. Nacional, y detener por algún tiempo la llegada al gobierno de la derecha, pero mantendrá las mismas alcaldías en manos de sectores de la Concertación tan partidarias del modelo como los primeros. El ala derechista de la Concertación podrá imponer así sus candidatos, potenciándose un sector tan aliado de las transnacionales y del gran empresariado que saquean las riquezas del país y explota al pueblo, como la derecha más tradicional.
Éste camino que sustenta una mayoría de la Comisión Política nos debilita como partido, confunde a nuestros amigos y simpatizantes y puede llevarnos hacia un descalabro político. Sobretodo cuando se ha ido en busca de un pacto por omisión en actitud de súplica y no poniendo toda la fuerza de nuestros mejores candidatos sobre la mesa. Este no es el camino que debemos “seguir con intensidad y no soltarlo por nada del mundo”, como lo plantea el compañero J. A. Lagos porque constituye un camino destinado al fracaso y que tiene su origen en la predominante cultura de la derrota que aun es mayoría en determinados sectores del partido.
¿Cómo recibirán este llamado del CC del partido, los profesores, trabajadores y estudiantes que protestan por mejores condiciones; que son traicionados por el gobierno con supuestas mesas de diálogo que nunca llegan a buen puerto; que luchan contra la LGE y contra la privatización de la salud. Como recibirán este llamado todos quienes luchan contra las políticas del gobierno que les reprime, criminalizando la protesta social y el descontento?
El camino sin renuncios para hacer avanzar la acción política de las fuerzas progresista en la coyuntura debe tener muy en cuenta la maduración del descontento popular expresado en los niveles de organización y lucha y en las evidentes divergencias que éstas provocan y pueden profundizaran en la Concertación.
El descontento que provocan las alzas de precios en los alimentos y combustibles, los bajos sueldos, el abuso sistemático, la corrupción, la creciente necesidad de terminar con la constitución pinochetista, la ausencia de democracia, de participación y control social en los municipios nos obligan a pensar en la necesidad de un desplazamiento del cuadro político a la izquierda y no en uno de nosotros hacia la derecha.
Esto implica que cualquier pacto o acuerdo por omisión, debe considerar una plataforma de gobierno municipal en donde se privilegien formas y contenidos democráticos que se proyecten hacia las elecciones parlamentarias y presidenciales, teniendo como aspecto central, un concepto de municipio democrático avanzado, que privilegie el protagonismo de las organizaciones sociales populares en la participación y control de la gestión municipal a través de un Concejo Social y Político Municipal que aproxime al mundo social y político a sus autoridades municipales para, de conjunto, debatir sobre la comuna que queremos; compromiso que debiera ser suscrito de cara al pueblo en cada comuna.
Lo contrario será seguir con más de lo mismo. Transformando el voto en una trampa para quienes exigimos cambios. ¿U otra vez nos vendrán con el cuento del voto útil ahora para quitarle alcaldes a la derecha que está fuera del gobierno?
El vaciamiento de contenidos transformadores, la ausencia de una alternativa progresista puede llevar a que el pueblo que espera cambios se refugie en alternativas dentro del mismo sistema como lo esta evidenciando el hecho que frente a la crisis, una parte importante del pueblo esta mirando hacia el candidato de la derecha, Sebastián Piñera.
Lo mismo ocurrió en Francia y después en Italia, donde también la dirigencia del P. C. llevó a sus bases hacia la renuncia a su programa de transformación social y política con el propósito de ganar espacios para cogobernar con una centro izquierda que se venía debilitando ante su incapacidad y su falta de voluntad de generar mayores avances hacia la superación del capitalismo, provocando que el Partido perdiera su identidad y el apoyo popular que históricamente había tenido; facilitando a la derecha en Francia y a los neofascistas en Italia llegar al gobierno para deslindar toda su responsabilidad sobre la crisis económica y social del mundo con sendas políticas de criminalización de los movimientos sociales y de los inmigrantes en sus países, mientras destruyen lo poco y nada que va quedando de lo que fueran los estado de bienestar social que caracterizando a la Europa del siglo XX. Y lo que es peor aún, con un PC desprestigiado, reducido a la nada, sin la capacidad de levantar con el pueblo una alternativa de izquierda, que ahora los más consecuentes tratan de reconstruir en Europa.
Un programa de Gobierno Comunal democrático, con o sin pactos o acuerdos de cualquier tipo, debe considerar como principal componente la comunidad organizada. Sin embargo la organización que dé estructura orgánica al mundo popular no ha de formar parte del aparato administrativo-burocrático del municipio, pero debe ser su contraparte fundamental. Su espacio de desarrollo y funcionamiento no esta en ese ámbito. Este radica en los sindicatos, en las poblaciones y sus organizaciones, en las universidades, liceos, colegios profesionales, pequeños y medianos productores del campo y la ciudad.
El rol articulador de la hegemonía social popular lo puede desempeñar un Coordinador Social Comunal u otro organismo similar. Allí puede anidar el germen del Poder Popular, del Contra Poder a la democracia de la gran burguesía y del capital transnacional, proponiéndose romper el culto a la institucionalidad vigente, haciendo de estas instancias las calderas del intelectual colectivo popular. Donde el pueblo organizado, sindicatos al frente, se reúnan con los partidos políticos y autoridades, discutiendo, elaborando políticas para la comuna, para el país que queremos, para todos y todas. Donde se construya una seguridad barrial organizada y ejercida por la comunidad, no para reprimir sino para proteger.
Sólo entonces estaremos construyendo hegemonía social que abra los causes a la cultura de la solidaridad, de la unidad y lucha con identidad nacional, desde cada comuna, dando estructura a la alternativa con visión de país.